La obra de Soledad Bravo Valdivieso
¡La adorable primavera ha perdido su olor!
Y el Tiempo me engulle minuto tras minuto,
Como la nieve inmensa un cuerpo ya tieso;
―Yo contemplo desde lo alto el globo en su redondez
Y no busco más el abrigo de una choza.
Avalancha, ¿quieres arrastrarme en tu caída?
“El gusto de la nada”
Charles Baudelaire
Hay obras en que el gesto, superficie y origen, imprime un sello que resiste a todo intento de reducirlo a uno o varios de los elementos que juegan en ellas. Incluso es posible poner ‘la obra’ entre paréntesis y decir “no hay tal”, sino múltiples y singulares obras; sin embargo ―podemos argüir―, la obra no necesariamente refiere a temas, intenciones o modelos; se parece más bien a un rodeo y, en ese sentido, no apela a fundamento alguno ni siquiera abandona la constante amenaza de extraviarse camino a lo que intenta. La obra ―como tal― es el rodeo que el artista da intentando lo que busca, aun cuando lo que halla es la naturaleza esquiva de su propio gesto, del sello mismo de la obra. Lo buscado desborda las obras y se rebasa a sí mismo.
En este caso, la mirada oblicua ―que el gesto revela― siempre espera encontrar, aun cuando no lo pueda definir. Los hallazgos nunca cierran la obra. El gesto no se consuma. Por ser él irreductible, incluso digresivo, confiere a cada obra la posibilidad de ser comprendida por una totalidad que nunca clausura esa búsqueda. A causa de esa imposibilidad de consumarse la imagen del artista se diluye en la obra. Renuncia a ser el artífice que contempla lo que ha previsto, juega con los límites de los elementos que confluyen y provoca al espectador, lo seduce.
La propuesta de Soledad Bravo Valdivieso se esboza a partir de este trazo. Su gesto es auscultar las cosas para descubrir la desintegración como algo propio de lo vivo. Se trata de una provocación desde la perversión natural de los materiales, las figuras, las texturas y colores. Así invita a deslizarse por el seno de obras que rondan el azar, que son determinadas por él ―ahí donde se entromete la naturaleza de los elementos―, e incitan al espectador a experimentar lo no armónico, lo “desafinado” y, finalmente, lo que no participa de una belleza que sea posible canonizar. Desde entonces él es seducido a asistir al espectáculo de su propia descomposición.
La intención es la distancia ―entre la voluntad y la espontaneidad― que permite aun la pérdida de control frente los materiales. De este modo existe un espacio, en parte provocado, en parte fortuito, para que los materiales se revelen y confluyan sin repudio a la incompatibilidad. A su vez, la espontaneidad, para que aparezca, se inscribe en la superficie que es la intención misma. La intención es precisamente el espacio de lo no intencional. Intención que, en tanto que superficie de inscripción, es parte del gesto. Y el gesto en la obra de Soledad Bravo Valdivieso se manifiesta en la inscripción como olvido de sí mismo. Como disolución.
Influenciada por lo que Mark Quinn propone en su obra ―signada por la dualidad que implica desafiar lo perecedero―, Soledad no pretende jactarse de los vanos intentos por evadir los límites de la naturaleza humana ―cristalización de la existencia para alcanzar la inmortalidad―. Su obra, a diferencia de Quinn, persigue los diversos modos de develar la descomposición y revertir el efecto repugnante con una concepción de belleza respecto de lo que inexorablemente muta. La belleza misma se devela como el devenir de lo humano, como estallido de significaciones que colisionan y se transforman, sin poder reproducirse en una sola dirección. ―Proliferan―, y la vocación de la desintegración es la intención y manifestación de técnicas alteradas singularmente. De ahí que las figuras son, en cierto modo, devoradas por el fondo, ambos se entrecruzan en la armonía del conflicto.
La intención de Soledad Bravo Valdivieso es matriz de un lugar para que la descomposición se entrometa en las técnicas y se traduzca en espacio dispuesto a presenciar la naturaleza como soporte y totalidad inagotable.
Rosario Valdivieso Drago
sábado, 2 de abril de 2011
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)

No hay comentarios:
Publicar un comentario